Esta noche he soñado que era un skaven, ya sabéis, uno de esos repugnantes hombres rata que corretean por las alcantarillas.
Estaba en una habitación pequeña y sólo podía salir por un hueco de apenas dos gomas de borrar de alto (las gomas de borrar en cuestión estaban ahí, en mi sueño) y trataba de meter el ocico por el hueco y me raspaba y me agobiaba mucho.
El caso es que, por esas cosas que tienen los sueños, resulta que de repente no había techo y podía salir por encima de la pared.
Estaba en las ruinas de una especie de castillo y hacía frío y lloviznaba y yo estaba terriblemente incómodo y alguien me perseguía... Y entonces pasé a otro sueño que no recuerdo.
El caso es que no me gustan los skaven, seres que sólo piensan en su propio beneficio y traicionarán a todos los que le rodean, a veces, incluso aunque esa traición no les reporte ningún beneficio, simplemente por inercia y necedad.
Por qué sé tanto acerca de los skaven, pensaréis. Muy sencillo, una vez conocí a un skaven, concretamente una hembra. Era pequeña y de vientre abultado, lo que le proporcionaba un aspecto esférico y grotesco.
En un principio no desconfié de ella. Cierto era que a veces realizaba afirmaciones exageradas y poco inteligentes, pero ser tonto o exagerado no es tan terrible. Pero el caso es que me traicionó, sin motivo, casi por placer, y eso no lo aguanto.
Así que por eso jamás de los jamases volverá a entrar un skaven en una de mis guaridas. Ni de coña. Y si lo hace será como enemigo y lo aplastaré con mis hordas de orcos, no muertos, guerreros del caos y bichos malos en general ñiajiajiarajiajajaja... ay, que bueno.
lunes, 22 de diciembre de 2008
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